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ARTÍCULOS: BIBLIA 

Los Diez Mandamientos de Dios


Los Diez Mandamientos de Dios

¡TU NO DEBERÁS MATAR!

Quinto mandamiento

¡Golpea en tu pecho, oh ser humano, y vanagloriarte en voz alta que no eres ningún asesino! Pues matar es asesinar, y según tu convicción, jamás has transgredido este mandamiento del Señor. Puedes presentarte a Él con orgullo y, sin recelo tampoco miedo, aguardar lleno de esperanzas la apertura justamente de esa pagina del libro de tu vida.

¿Sin embargo, ya meditaste una vez que para ti también hay un reprimir, y que reprimir equivale a matar?

No hay ninguna diferencia en él. Solamente la haces en tu modo de expresar, en tu lenguaje; porque el mandamiento no dice de manera unilateral: ¡tu no deberás matar ninguna vida terrena de materia grosera! Pero sí de modo completo, amplio, sucinto: ¡Tu no deberás matar!

Un padre, por ejemplo, tenía un hijo. Ese padre alimentaba la pequeña vanidad terrena de que el hijo habría que estudiar, costase lo que costase. En ese hijo, sin embargo, reposaban dones que lo impelían a hacer otras cosas, en las cuales el estudio no le era de ninguna utilidad. Nada más natural, por lo tanto, que ese hijo no sintiese la menor voluntad por los estudios obligatorios, tampoco pudiese reunir con alegría las energías necesarias para eso. El hijo obedecía. Se empeñaba, con prejuicio de la salud, para cumplir la voluntad de su padre. Pero como ésta era contraria a la naturaleza del hijo, contraria a los dotes inherentes a él, era totalmente natural que el cuerpo también se resientese con eso. No quiero acompañar más lejos ese caso aquí, que tan a menudo se repite en la vida terrena, a punto de llegar a centenares de miles o más aún. ¡Sin embargo, es irrefutable que en ese caso el padre, por su vanidad u obstinación, buscaba matar algo en el hijo, que a éste hubiera sido dado para desenvolvimiento en la Tierra! En muchos casos incluso logra realmente extinguirlo, porque el desenvolvimiento más tarde se torna casi imposible, por haber sido quebrada, en la mejor época, la sana energía principal para eso, malbaratada con liviandad en cosas extrañas a la naturaleza del hijo.

Con eso, el padre violó gravemente el mandamiento: ¡Tu no deberás matar! ¡Sin tener en cuenta que con su proceder ha privado los seres humanos de algo, que talvez pudiese resultar a les ser de mucha utilidad a través del hijo! Sin embargo, debe considerarse que ese hijo es o puede ser espiritualmente mucho semejante a él o a la madre, pero a pesar de eso, ante el Criador permanece una personalidad individual, a la cual tiene el deber de desenvolver los dotes que ha traído a la Tierra, para su propio provecho. ¡Talvez hasta le pudiera haber sido concedido con eso, por la gracia de Dios, rescatar un karma pesado, debiendo inventar algo que, en determinado sentido, trae gran provecho para la humanidad! La culpa de ese impedimento pesa de modo especial sobre el padre o la madre, que pusieron sus mezquinas consideraciones terrenas encima de los grandes hilos del destino y, de esa manera, abusaron del poder de la paternidad.

No es distinto cuando los padres, por la ocasión del matrimonio de los hijos, son capaces de dejar prevalecer los mezquinos cálculos terrenos de su intelecto. Cuántas veces es aniquilada así, sin consideración, una de las más nobles intuiciones de su hijo, con lo que es dado a éste, sí, la despreocupación terrena, sin embargo, en eso también la infelicidad de alma, que se torna más incisiva para la vida del hijo de lo que todo el dinero y bienes terrenos.

Es natural que los padres no deban condescender a cualquier sueño o deseo de un hijo. Eso no sería el cumplimiento de sus deberes de padres. ¡Es exigido, sin embargo, el más severo examen, lo cual jamás debe ser terrenalmente unilateral! Y justamente ese examen, hecho de manera desinteresada, es realizado raras veces o nunca por los padres. Así, hay casos de mil y una especies. No es necesario que yo hable más sobre eso. ¡Reflexionad vosotros propios al respecto, para que no vengáis a transgredir esa grave palabra de Dios en el mandamiento! ¡Se abrirán, así, caminos no imaginados para vosotros!

¡Sin embargo, también el hijo puede sofocar esperanzas en los padres, que son justificadas! Cuando no desenvuelve en sí los dotes como es necesario, para que en eso pueda conseguir algo grande, siempre cuando los padres, listos para ayudar, le hayan permitido eligir el camino que ha pedido. ¡En ese caso también es un matar de nobles intuiciones en los padres, y viola así el mandamiento de forma brutal!

Lo mismo ocurre cuando el ser humano de alguna manera traiciona una amistad verdadera o la confianza, que alguien le dedica. ¡De esa forma, mata y hiere en el otro algo que encierra verdadera vida! Es transgresión de la palabra de Dios: ¡Tu no deberás matar! Resulta a ti destino perjudicial, que habrás que redimir.

¡Ved vosotros que todos los mandamientos son solamente los mejores amigos para los seres humanos, a fin de preservarlos fielmente de desgracia y de sufrimiento! ¡Por ese motivo, amadlos y respetadlos como a un tesoro, cuya conservación sólo resultará en alegría para vosotros! —



¡Quien no se esfuerza para comprender bien la Palabra del Señor, se torna culpado! 



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