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ABDRUSHIN: EN LA LUZ DE LA VERDAD 

La voz interior


¡La así llamada “voz interior”, lo espiritual en la criatura humana, a la cual puede sí escuchar, es la intuición!

No es en vano que la voz del pueblo diga: “La primera impresión es siempre la correcta”. Como en todas esas frases y proverbios semejantes reside la profunda verdad, así también en este caso. Por impresión se comprende, en general, la intuición. Lo que una persona, por ejemplo, intuye en el primer encuentro con una otra hasta entonces desconocida, o es una especie de advertencia para cuidarse, pudiendo ir hasta la repulsa total, o algo agradable hasta la simpatía plena, y en algunos casos también indiferencia. Si entonces esa impresión, en el transcurso de la conversación y en las relaciones posteriores, es alterada o totalmente borrada al criterio del intelecto, de modo que surja la idea de que la intuición original haya sido equivocada, en el final de tales relaciones casi siempre resulta la precisión de la primera intuición. A menudo por el amargo dolor de aquellos que, a través del intelecto, se dejaron engañar por el carácter simulado de otros.

La intuición, que no está conectada a espacio ni tiempo, y que está en conexión con lo que es de especie igual, con lo espiritual, el eterno, pronto reconoció en el otro la verdadera naturaleza, no dejándose engañar por la habilidad del intelecto.

Un error es totalmente imposible en la intuición.

Siempre que los seres humanos son engañados, ocurre por dos motivos que son los causantes de los errores: ¡el intelecto o el sentimiento!

Cuántas veces se oye también decir: “En esta o en aquella cosa me he dejado llevar por mi sentimiento y me perjudiqué. ¡Uno sólo debe confiar en el intelecto!” Tales personas cometen el equívoco de tomar el sentimiento por la voz interior. Preconizan elogio al intelecto sin presentir que justamente este representa un papel importante junto al sentimiento.

Por eso, ¡sed vigilantes! ¡Sentimiento no es intuición! El sentimiento emana del cuerpo de materia gruesa. Este produce instintos que, conducidos por el intelecto, hacen surgir el sentimiento. Una gran diferencia con la intuición. El trabajo conjunto del sentimiento con el intelecto, sin embargo, hace que nazca la fantasía.

Así, pues, tenemos por el lado espiritual solamente la intuición, que se halla por encima de espacio y tiempo. *(Disertación Nro. 86: Intuición) Por el lado terreno tenemos, en primer lugar, el cuerpo de materia gruesa atado a espacio y tiempo. Desde ese cuerpo emanan entonces impulsos que, a través de la cooperación del intelecto, resultan en sentimientos.

El intelecto, un producto del cerebro atado a espacio y tiempo, puede, a su vez, como lo existente de más fino y de más elevado en la materia, producir, en colaboración con el sentimiento, la fantasía. Por lo tanto, la fantasía es el producto del trabajo conjunto del sentimiento con el intelecto. Ella es de materia fina, pero sin fuerza espiritual. Por eso la fantasía sólo logra tener efecto retroactivo. Logra solamente influir sobre el sentimiento de su propio generador, pero jamás enviar por si sólo una fuente de fuerza para otros. La fantasía actúa, por lo tanto, solamente retroactivamente, sobre el sentimiento de aquél que la produjo, sólo pudiendo inflamar el propio entusiasmo, pero jamás actuando sobre el ambiente. Con eso es claramente reconocible el cuño de gradación inferior. Diferentemente con la intuición. Ésta contiene en sí energía espiritual creadora y vivificante, y actúa de esa forma irradiando sobre otros, arrebatándoles y convenciéndoles.

Tenemos, por lo tanto, por un lado la intuición, y por el otro lado el cuerpo – impulso – intelecto – sentimiento – fantasía.

La intuición es espiritual puro, está por encima de espacio y tiempo. El sentimiento es constituido de materia gruesa fina, dependiente de los instintos y del intelecto, por lo tanto, de nivel inferior.

A pesar de que el sentimiento esté constituido por esa materia gruesa fina, jamás podrá ocurrir, sin embargo, una mezcla con la intuición espiritual, por lo tanto, tampoco ninguna turbación de la intuición. La intuición permanecerá siempre clara y pura, porque es espiritual. Es también siempre intuida o “escuchada” de modo claro por los seres humanos, si... ¡es realmente la intuición la que habla! Los seres humanos, sin embargo, en su mayor parte, se cerraron a esa intuición, cuando pusieron el sentimiento en primer plano, cual denso envoltorio, una pared, tomando equivocadamente el sentimiento como la voz interior, razón por la cual vivencian muchas decepciones, confiando entonces cada vez más solamente en el intelecto, no presintiendo que justamente a través de la cooperación del intelecto es como pudieron ser engañados. Debido a ese equívoco condenan precipitadamente todo cuanto es espiritual, con lo cual sus experiencias nada tenían que ver, en absoluto, atándose cada vez más a cosas de poca valía.

¡El mal básico es, como en muchos otros casos, también aquí, siempre de nuevo, la sumisión voluntaria de esas criaturas humanas al intelecto atado a espacio y tiempo!

El ser humano que se somete totalmente a su intelecto, se somete también enteramente a las restricciones del intelecto, que está atado firmemente a espacio y tiempo, como producto del cerebro de materia gruesa. De esa forma el ser humano se encadena completamente a la materia gruesa.

Todo cuanto el ser humano hace proviene de él mismo, voluntariamente. ¡Por lo tanto, no está siendo encadenado, sino que él mismo se encadena! Se deja dominar por el intelecto (pues si él mismo no quisiese, jamás podría suceder de esa manera), que lo retiene, según su propia especie, también a espacio y tiempo y no lo deja más reconocer, comprender lo que está fuera de espacio y tiempo. Por eso se extiende ahí sobre la intuición independiente de espacio y tiempo, debido a la facultad restricta de comprensión, un envoltorio firmemente adjunto a espacio y tiempo, una barrera, y el ser humano de esa forma no logra oír nada más, es decir, su “voz interior pura” se perdió, o él solamente está capacitado para todavía “escuchar” el sentimiento conectado al intelecto, en lugar de la intuición.

Se produce un concepto equivocado al decirse: el sentimiento subjuzga la intuición pura; pues nada es más fuerte que la intuición, ella es la fuerza más elevada del ser humano, jamás puede ser subjuzgada o simplemente perjudicada por otra cosa. Será más correcto decir: el ser humano se torna incapaz de reconocer la intuición.

El fracasar depende siempre sólo de la propia persona y jamás de la intensidad más fuerte o más débil de ciertos dones, ¡pues justamente el don fundamental, la fuerza propiamente dicha, lo más poderoso de todo en el ser humano, que encierra en sí toda la vida y es inmortal, es concedido en partes iguales a cada uno! En cuanto a eso, nadie presenta ventaja sobre los demás. ¡Todas las diferencias residen solamente en la aplicación!

¡Tampoco este don fundamental, la chispa inmortal, podrá jamás ser turbado o manchado! Se conserva puro hasta en el más grande lodazal. Solamente debéis romper el envoltorio con el que vosotros mismos os cubristeis por medio de la restricción voluntaria de la facultad de comprensión. ¡Entonces, sin tardanza quemará tan límpido y claro conforme era en el principio, se desarrollará de modo vivo y fuerte, y se conectará a la Luz, a lo espiritual! ¡Regocijaos de ese tesoro que yace en vosotros así intangible! ¡Poco importa que seáis considerados valiosos o no por vuestro prójimo! Ante la buena voluntad sincera puede ser eliminada cualquier mugre que se ha juntado, cual una barrera, alrededor de esa chispa espiritual. ¡Si hubieseis ejecutado ese trabajo y desenterrado el tesoro, seríais tan valiosos como aquél que jamás lo ha enterrado!

Pero, ¡ay de aquél, que por comodidad se abstenga constantemente de querer el bien! En la hora del juicio le será quitado ese tesoro, y con eso él dejará de existir.

¡Despertad, por eso, oh vosotros los que os mantenéis aislados y que, con la limitación de la facultad de comprensión, colocáis el manto del intelecto sobre la intuición! ¡Estad alerta y escuchad los llamamientos que os alcanzan! Sea por un dolor violento, una fuerte conmoción anímica, un inmenso sufrimiento o una alegría sublime y pura, que sea capaz de romper la capa oscura de los bajos sentimientos, no dejéis que nada de eso pase inútilmente por vosotros. ¡Son auxilios que os indican el camino! Sin embargo, mejor será que no esperéis por ello, pero sí que iniciéis ya con voluntad sincera hacia todo el bien y hacia la escalada espiritual. Así, pronto se convertirá más delgada y ligera la capa separadora, hasta terminar desvaneciéndose, y la chispa siempre pura e inmaculada irrumpirá en llama ardiente. Aún así, ese primer paso puede y debe ser dado solamente por la misma persona, de otra manera no puede ser ayudada.

Y en cuanto a ello tenéis que distinguir rigurosamente entre desear y querer. Con el desear, aún nada está hecho, no es suficiente para cualquier avance. Tiene que ser el querer, lo que también condiciona la acción, ya la trae en sí. La acción ya se inicia con el querer sincero.

Aunque ahí muchos también tengan que seguir por un sinfín de obstáculos, por haberse atado hasta entonces solamente al intelecto, no deben hesitar. ¡También ellos lucran! Su meta es clarificar el intelecto, al vivenciar cada uno de esos caminos, descartando y librándose gradualmente de todo cuanto es obstáculo.

Por eso, adelante, sin vacilación. ¡Con el querer sincero cada camino conduce finalmente hacia la meta!



¡Quien no se esfuerza para comprender bien la Palabra del Señor, se torna culpado! 



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