Responsabilidad por la vida

El curso del tiempo no puede ser detenido. Un día, cada uno de nosotros nos encontraremos en el fin de la ruta de nuestras vidas, al borde de un paso inevitable... rumbo al desconocido!

Atemorizados, y presintiendo una Justicia que no está sujeta a los criterios de los hombres, todo surgirá bajo una luz completamente distinta de la que percibimos en estos momentos. La ilusión engañosa de conceptos idealizados súbitamente caerá tal como la posibilidad de esconderse tras el poder, el dinero, bajo la flexibilidad de interpretaciones astutas de la ley, tras innumerables justificativas por legalización de procedimientos, o tras el poder de autoridades y de influencias!

En este momento decisivo, el hombre permanece insignificante y solitario, estrictamente juzgado solamente por su verdadero estado espiritual por lo cual, esté o no consciente, solamente él tiene plena responsabilidad.

Luego, aquello que hoy sella una sonrisa en muchas caras, se volverá entonces en consternación. Consternación al percibir lo que podríamos y deberíamos (como obligación) haber hecho, pero... no lo hicimos! El peso de todo lo que no quisimos ver y reconocer como equivocado por conveniencia nos tirará hacia abajo, en un ritmo incesante. Sin embargo, nada que hemos hecho será posible de corregir o eliminar! La conciencia de la imposibilidad de corregir todas nuestras actitudes malas y las que hemos descuidado contribuirá para aumentar más aún nuestra ansiedad al fin de la vida hacia el cual cada hora, cada minuto, cada suspiro nos acerca inevitablemente!

Cada persona es libre para decidir si asume la responsabilidad por su vida y cumple su propósito con toda su fuerza, o si pierde su valioso tiempo con entretenimientos infantiles o corriendo en busca de brevedades.