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ARTÍCULOS: VIDA 

Tibieza


Tibieza

“Porque eres tibio, ni frío tampoco caliente, te voy a vomitar de mi boca”, dice la Biblia. De hecho, nunca he entendido completamente porque es mejor ser frío a ser tibio. Al final de cuentas, lo tibio está más cerca de lo caliente de que del frío, por lo menos hay un poco de calor. El frío es sin vida; significa la muerte, la oscuridad y la frialdad. Y aún así, la Verdad es frecuentemente encontrada tras este aparente contra-senso que requiere una investigación un poco más allá...

En relación al estado del ser, la mayoría de las personas no tiene idea de que existe una zona “caliente”. Estar tibio es un habito, es una certeza cómoda que no requiere mucho esfuerzo espiritual. Están “encapsuladas” como en un lodo pegajoso, donde (aparentemente) nada les puede pasar, como tampoco nada realmente nuevo y bueno les puede surgir (a menos que estén abiertos – pero estar abierto no es un comportamiento típico del tibio). La oscuridad se utiliza de este estado cenagoso, ofrecido por la condición del estado tibio, con mucha habilidad. Es seguramente el camino que conduce a la ruina. Paradojalmente, la posibilidad de ingresar en el camino de la Luz es mayor a partir de la zona “fría”. A través de la vivencia de los horrores de mal, la caída y la oscuridad de varios tipos pueden provocar en el ser humano el deseo de auto preservación, para salvar su vida. Abominación y disgusto por todo lo que es bajo puede despertar su deseo de buscar la Luz. Aunque la campaña para eso ya haya comenzado, puede no ser exitosa. Todo depende de la fuerza de voluntad del ser humano y de su determinación. Creo que la posibilidad de salir de una zona “fría” sea de 20 – 30 por ciento, mientras la posibilidad de salir de una zona “tibia” sea de 1 – 5 por ciento (con mucho optimismo).

La zona “tibia” es la área más populosa y ofrece varias opciones de padrón de vida. Muchas autopistas, de cada lado, conducen a ella, desde arriba o desde abajo, pero no tiene salida. Si el ser humano ahí ingresar (en la mayoría de las veces, sin saber cómo y cuando, al menor descuido y sin percibir, desliza hacia ella) la puerta se cierra tras él, y en esta puerta hay solamente una aldaba – la externa. Por lo tanto, si quiera salir de ahí, tendrá que romper la puerta (maciza y muy dura) o escalar la pared (alta y resbaladiza). El ser humano que vino “desde arriba” y que no esté ahí hace mucho tiempo es ágil lo suficiente para escalar la pared con relativa facilitad. Si, por lo tanto, permanece mucho tiempo en el reino del “estado tibio”, pierde su movilidad y flexibilidad, tornándose perezoso y escalar la pared a él le parecerá imposible. Las tentativas de escalar le costarán muchos arañazos y caídas. Y peor aún cuando, de alguna forma, consigue escalar la pared, no es raro sentirse tan cansado a punto de perder la voluntad de buscar el camino; o, al encontrar los primeros obstáculos, perder la confianza por no lograr comprenderlos y superarlos. Él siquiera sabe cómo ha logrado perderse y así se encuentra nuevamente en la prisión de la indiferencia, donde la puerta abierta está solamente esperando que ingrese para que entonces se cierre justo tras él. Ésta es una de las peores características del “tibio”: posee una enorme fuerza de gravedad.

¿Cómo tal tibieza se manifiesta en el ser humano? Su vida es, en la mayoría de las veces, relativamente tranquila, pero eso es solamente un estado de sueño espiritual, un estado de inmovilidad interior. En general, no tiene necesidad de combatir cualquier problema más serio o luchar por algo; y aún que algo ocurra, su estado de calma lo lleva de vuelta hacia donde estaba; ésta es la fuerza de gravedad del “tibio”. (Que la vida tranquila que él llevaba es básicamente una gran dádiva, él lo entenderá – si entender – más tarde; y que él podría haberla usado, cuando tenia salud y energía, en la realización de cosas mucho más importantes). La vida diaria se torna una rutina monótona para el ser humano tibio. El ser humano que vive en tal estado se preocupa principalmente consigo mismo, y para él esta es una reacción natural, pues su vida le parece incompleta. Él no cree que eso sea egoísmo. Los ecos en su conciencia lo obligan a moverse. Sin embargo, tiene una sensación de que no conseguirá... y aun que quiera moverse, pierde el deseo. Esto le deja nervioso, enojado, o deprimido y amargado. No vive la felicidad en su interior, pero solamente consigue obtenerla a partir de cosas y hechos que lo cercan. Dice que seria feliz si: finalmente encontrase la pareja ideal, si tuviese otro trabajo, si estuviese en otro lugar, si le fuese dada la oportunidad de aprender cosas nuevas, si algo (una persona, o un hecho) regresase del pasado, o si él pudiese saltar el tiempo y ya estuviese en el futuro... Está siempre pensando sobre todo eso, sin embargo, eso no le trae nada de bueno; solamente lo mantiene deprimido. No entiende porque las cosas y los hechos a su alrededor ocurren de la forma como son, y siquiera quiere entenderlo. Se siente como una victima, reclamando, y a veces culpando la vida, porque las cosas no ocurren de la forma que a él le gustaría que fuera...

¿Cómo busca escapar de tal situación entonces? En la mayoría de las veces, a través de la diversión ofrecida por la televisión o (aún peor) escapando a través del alcohol, cercándose de dinero y tecnología, creando la ilusión de auto-suficiencia con juegos y eventos que supuestamente “tranquilizan”, induciendo a una sensación falsa de alegría y vida, y que asfixian la conciencia por algun tiempo. Pero, aún así, la insistente voz interior lo alcanza y grita en su interior, diciendo que “algo” todavía no está cierto, que él no es realmente feliz y que su vida es inútil. Y entonces puede intentar cambiar algo en su exterior, que pueda ocuparlo por un momento, sin embargo, el peso del vacío estará siempre presente en él y, tarde o temprano, hará eco en su interior.

Y así sigue, rodando y rodando, a veces incluso por toda la vida.

Exteriormente, puede parecer que este ser humano sea muy ocupado y viajero, pero interiormente él no se ha movido. No ha logrado librarse de ningún de sus defectos. No ha superado nada, tampoco ha vivenciado nada nuevo. Su experiencia y conocimiento no han penetrado en su corazón. No ha llegado a lugar algun, está engrillado. En la peor de las hipótesis, considera ser el espiritual irreal o ridículo...

Hasta aquí, he descrito solamente un tipo de “estado tibio”. Existen muchos. Cada uno de nosotros sabe de nuestros propios, si los vivenciamos. Muchos, sin embargo, permanecen pasivos en la monotonía. Se reconcilian con lo tibio, que incluso crece en su interior. Le regalan una posición privilegiada y quedan completamente aturdidos si este estado es roto. Por lo tanto, incluso aquellas personas aparentemente buenas no tendrán la fuerza para conducirse hacia la Luz y en ella permanecer, en el momento crucial, pues su espíritu no ha podido madurar y tornarse más fuerte...

Si tiene que temer algo, tema a este estado “tibio”. Es peor de lo que la muerte física, porque la muerte física es solamente un hito en la autopista de la vida; lo tibio es la muerte espiritual; es la descomposición. La ignorancia, donde las personas están fuera de la Verdad, fuera de la vida, las destruyen, especialmente cuando creen que así están bien.

Lo tibio es pegajoso, todo se pega en él. Impide la visión; él solamente ve su propio mundo de ideas de ficción deformadas.

El mundo verdadero no depende de cosas exteriores. Éstas son solamente una forma externa que sirven solamente como ayuda para abrir el espíritu. De hecho, cada minuto representa tal ayuda, incluso con todas las situaciones que lleva consigo. Pero, cuando intencionalmente quieren evocar cosas externas (hechos, lugares, personas, objetos y cualquier otras cosas) para servir como estimulo para nuestra revitalización, éstas actúan solamente externamente o tampoco funcionan, pues elegimos la dirección errada. Nosotros somos los que vibramos las cosas, no lo contrario. Aquello que a nosotros es dado como ayuda, no puede ser considerado como principal – eso es lo que es vida. Nuestro corazón, que es estimulado y madura en belleza a través de los sentimientos, es lo esencial en la vida. Si usamos recursos materiales como una muleta, mientras ignoramos el lado espiritual de la vida, jamás seremos completos.

¿Y cómo salir de este terrible circulo vicioso de la tibieza? Abra su corazón. Viva plenamente cada momento que la vida le ofrece. No cierre sus ojos para situaciones que requieran más esfuerzo. En primer lugar, y principalmente, la oración sincera pidiendo ayuda y fuerza, del fondo de su corazón, no solamente para auxilio sino también para felicidad, es eficiente; porque la verdadera e intensa vibración del corazón jamás queda sin ser oída, y sin ser contestada...


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